lunes, 20 de junio de 2011

SERGE, PROVEEDOR OFICIAL (DE ALGUNOS POLÍTICOS BELGAS)


En Congo, los objetos de Tintín son muy populares. Los ministros belgas los adoran.
Ciertamente, Congo (RDC y su capital, Kinshasa, aún no son las zonas turísticas más populares. No obstante, los belgas se rinden al desear y meter en sus maletas un cuadro de una copia de la cubierta del famoso álbum de Hergé "Tintín en el Congo".
La diferencia es que es vuestro nombre el que se escribe y no el del reportero más famoso del cómic.
Mientras que en nuestra casa unos poco argumentan ante la justicia el contenido de este álbum, marcado por el colonialismo, los congoleños han creído en este verdadero pequeño negocio que ofrece un medio de supervivencia a los más débiles de este país tan especial.
Nos reencontramos con Serge. Delante del Hotel Memling anima a cualquier persona que pasa con el fin de vender sus preciosos cuadros.
Serge Kisalahama nos recibió en su casa, a las afueras de la ciudad de Kinshasa. Allí donde tiene instalada la fábrica, como él dice.
Serge tiene 31 años y vive con su hijo, su madre, sus hermanos y sus familias en una pequeña casa de cemento, sucia y rodeada de cloacas a cielo abierto. Un tipo de hábitat conocido por casi el 90% de los ciudadanos de esta ciudad.
Y si la competencia por este tipo de objetos es difícil, Serge se enorgullece de ser el proveedor de Didier Reynders, Louis Michel y André Flauhaut enstre otros, cuando van al Congo.
"Tengo los números de teléfono de Louis Michel y de André Flauhaut. André Flauhaut ha llegado hace poco, me invitó a una copa y me encargó algo para su hija"
Durante la visita de Alberto II en junio de 2010 a Kinshasa, realizó un "Alberto II en el Congo" que, lamentablemente, no pudo entregar al soberano. Pero el sueño de Serge es venir a Bruselas a presentar sus obras.
Las de Tintín son puramente para alimentarse, pero también pinta otros cuadros realistas: "Louis Michel me ayudará a llegar a Bruselas para mostrar mis pinturas. Lo ha prometido. Pero tengo que llevar casi 50.000 obras que metí en un contenedor".
Serge no pierde la esperanza de realizar su sueño y, sin duda, de salir de la miseria infame en la que está sumergido la mayor parte de un pueblo que, ciertamente, merece algo mejor que esto.

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