Hergé era un apasionado de los coches, por eso ocupan un lugar fundamental en Las aventuras de Tintín, en las que se identifican, al menos, setenta y nueve modelos distintos. Hay otros que se inspiran en vehículos reales pero no son identificables.
Él mismo afirmó que su interés por reproducir "vehículos reales" con rigor se despertó con el desarrollo de El loto azul. Sin embargo, en Tintín en el país de los Soviets ya se reconoce un Amilcar CGS y en Tintín en el Congo el famoso Ford T.
El papel de estos vehículos tiene una evolución propia en Las aventuras de Tintín, pasando de ser un mero transporte a tener el protagonismo propio de un personaje más, con atropellos, persecuciones, accidentes...
Ya en su primera aventura, Hergé pone a Tintín al volante de un Amilcar y de un Mercedes-Benz que toma "prestado" de la policía alemana y que termina bastante deteriorado tras ser alcanzado por un tren en un paso a nivel cerca de la frontera rusa.
Más allá del Ford T que aparece en las portada de Tintín en el Congo, Hergé hace muchas referencias a los coches americanos.
El Ford V8, por ejemplo, sale en distintas variantes en aventuras como El cetro de Ottokar, donde aparecen dos modelos cabriolet con 2 y con 4 puertas, en El Secreto del Unicornio y en Las 7 bolas de cristal, donde es dibujado con 2 puertas no descapotable. Seguramente la colaboración de Hergé con la revista Ford entre los años 1937-39 influyó en dichas apariciones.
Pero también encontramos el clásico Jeep descapotable en las portadas de Tintín y el oro negro y en Objetivo: la Luna. Y no son menos destacables el Packard de El cetro de Ottokar o el precioso Lincoln Zephyr del capitán Haddock de Las 7 bolas de cristal.
Parece que Hergé tenía una especial predilección por los coches italianos, especialmente por los Lancia Aurelia, de los que tuvo dos ejemplares.
En El país del oro negro Tintín persigue a Müller, que conduce un Buick Roadmaster, con el Lancia Aprilia del Emir Mohammed Ben Kalish Ezab, para rescatar a su hijo Abdallah quien, a su vez, es propietario de un precioso ejemplar a escala de un Bugatti Grand Prix.
Y una curiosidad relativa a las apariciones de vehículos de marca británica la encontramos en La isla negra y sus respectivas versiones de 1937 y de 1965.
El Humber Pullman que conduce el Dr. Müller en la versión de 1937 se convierte en un Jaguar Mark X en la de 1965. El Vauxhall de los turistas de la primera edición se convierte en un Triumph Herald. Y el taxi Austin en un Ford Zephyr.
Sin duda no podemos pasar por alto los coches de la marca francesa Citroën, para la que también realizó una colaboración, especialmente el 2CV de los detectives Dupond y Dupont en El Asunto tornasol y más adelante en Las joyas de la Castafiore.
Y así podríamos seguir hablando de los coches que tanto gustaban a Hergé, con un post especial para El asunto Tornasol, donde el automóvil adquiere un especial protagonismo. Pero nuestra recomendación es que si os interesa el mundo de los coches os adentréis en Las aventuras de Tintín y descubráis la colección de vehículos escala 1/24 porque son una maravilla.
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